Conozco tu boca, tus brazos, tu aliento y sé cuan cálidos son, ya besé tus labios, abracé tu cuerpo,
ahí fue cuando mi alma se perdió en ti...
En mis noches intranquilas te espero, porque entre mi corazón y mente solo hay una cosa, y es tu nombre...
Y es en esas noches donde tontamente e irracionalmente te amo, si, te amo ciegamente y te amaré siempre mi bien amado...
Cuán placentera es la sensación de tu recuerdo, cuando tu cuerpo se adhería al mío…
Ahí cuando tus labios rozaba mis pechos y tus manos desnudaba mi cuerpo de su lencería, esa de encajes delicados las que erizaban tu piel...
Y ambos eramos fuego de placer y bebíamos de nuestro vino más secreto...
- sexo, vino y nuestra humedad-
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