Noche a noche llegan los recuerdos
y el deseo inunda mi ser...
Te extraño a ti y al eco de tu voz.
Añoro esas ordenes que erizaban mi piel
al escucharte decirme; vamos mi pequeña traviesa,
deseo ver como te acaricias, como me provocas,
como lenta y sutilmente te mueves para mi.
Gran placer era ver tus ojos inquietos
que bailaban al compas de mi cuerpo
y tus manos juguetonas impacientes
por tocar cada centímetro de mi piel.
Hoy, con solo pensarte llenas de deseos mi ser,
me entregó a los deseos de mi carne
y sin esperar más mis manos recorren mi cuerpo
en busca del placer carnal...
Así llegando la humedad que desde mi interior
explota en un volcán en erupción.
El deseo se abre paso a paso en mi cuerpo,
en mi mente, corazón y alma,
desbordando toda su furia en la confluencia
de mis muslos.
Mi cuerpo tembloroso y mis labios febriles
por esos espamos de placer,
que con solo tu recuerdo inundan mi ser.
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